“Honrar a los padres es darles la espalda y
partir demostrando que uno se ha vuelto un ser humano capaz de asumirse.”
Francoise Dolto
La adolescencia es una etapa de la vida que viene precedida por una serie de cambios de orden biológico, y separaciones de orden afectivo. Para el ser humano es tan imprescindible ser atendido en sus necesidades como llegar a abandonar –a tiempo– la seguridad que brinda lo familiar.
En el joven acontecen cambios observables a nivel del cuerpo (en la voz, crece el vello y aumentan los pechos) y pueden llegar a producir cierto extrañamiento con la imagen que el niño, ahora adolescente, tenía de sí mismo. Pero no sólo cambia el cuerpo, la forma en que se relacionaba con sus padres también: puede pasar de ser un niño obediente y ordenado a ser un joven rebelde que, la mayoría de las veces, le lleva la contraria a los padres, puede pasar de ser un niño interesado por los estudios, a mostrarse completamente desinteresado por cualquier aprendizaje. El adolescente se opone a los padres, a los adultos, a las autoridades y hasta la sociedad en general.
El adolescente sabe que ya no es un niño (sus padres se lo recuerdan constantemente), pero sabe también que no es un adulto (algo que se le recuerda aún más). Los cambios forman parte de los procesos vitales del ser humano, en el momento de la adolescencia, el sujeto toma prestado cosas de los otros: sus ropas no parecen ser suyas y sobre todo ocurre lo mismo con sus opiniones. Son opiniones de amigos tomadas en préstamo que pueden llegar a entrar en conflicto con la de los padres.
Hay que destacar que, contra lo que se cree, la adolescencia puede llegar a ser una edad ingrata en la que parece que hay que hacerlo todo de nuevo; es una etapa signada por la crisis: decaen los ideales de los padres y se erigen los propios; el joven pasa por momentos conflictivos –necesarios– para abandonar la casa en la que era un niño y acceder a lo social de la mano de los amigos. Sus voces llegarán a ser más reconocidas que la de los padres. La pasión del adolescente por romper las normas y levantar las prohibiciones es hiperintensa, son tan intensas como las frases que pronuncian. Ellos se juegan a un todo o nada. La vida del adolescente está dividida por la pérdida de la infancia y por la ganancia de un mundo nuevo por construir y desconocido.
Esto es vivido como diferentes duelos, por el niño, por la infancia. La adolescencia no está exenta de crisis, tomando esta palabra en el sentido de “cambio”, y de angustia, porque es necesario que algo se cierre para que otra cosa pueda surgir.
La adolescencia va a ser transcurrida por caminos de dudas, duelos, crisis; pero también, está destinada a conocer las mayores alegrías, los primeros amores, la amistad y decisión elegir un camino a seguir, un futuro. Se tratan de pasos decisivos para construir su autonomía, pasos que dejan marcas en su subjetividad.