Instinto Vs Pulsión sexual
Con frecuencia hablamos de instinto cuando pensamos en determinadas conductas humanas como puede ser el instinto materno o el instinto sexual, comparando con ciertos comportamientos animales caracterizados por ser innatos, automáticos, repetitivos, fijos y orientados a la supervivencia de la especie. Pero para los seres humanos lo sexual no tiene nada de instintivo, ni natural. La sexualidad humana es un campo problemático.
La definición de sexualidad que da el diccionario, y dice: Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo. Es decir, que la sexualidad humana queda reducida únicamente a lo anatómico, siendo lo genital lo que predomina. Lo sexual sería todo lo que se relaciona con la diferencia de los sexos, pero vamos a ver que no es sólo esto, la sexualidad es más abarcativa.
La sexualidad no es, exclusivamente, todo aquello que tiene como centro el acto sexual, ni tampoco aquello que va destinado a la reproducción. Es necesario hacer un matiz porque la sexualidad se relaciona el acto sexual, pero hay cosas que son sexuales y no implican ni acto sexual ni reproducción; como es el caso de las caricias, los besos, y masturbación, que como todos sabemos, forma parte de la actividad sexual del ser humano.
La sexualidad ¿es todo aquello que apunta a una ganancia de placer? la respuesta es afirmativa, en el sentido de que para el psicoanálisis lo sexual son todas aquellas actividades que aporten al sujeto un placer: ya sea con una relación sexual, con una lectura, con una buena conversación.
Con respecto a la ganancia de placer, el ser humano claramente se distingue del animal. A pesar de las mil comparaciones que se hacen y entre las cuales el hombre casi siempre queda mal parado y siendo los animales como modelos de comportamiento. Cuando la distinción entre nosotros y los animales es radical.
En los animales son los instintos los que señalan sus comportamientos y en el ser humano no hay nada que nos lleve a pensar que tiene instintos.
El instinto sería ese saber heredado que le permite al animal adaptarse al medio: el mono sabe cómo sustentarse el alimento, sabe cómo asearse, sabe cómo pasar de una rama a otra. No hay monos que sufran desnutrición u obesidad. Los animales heredan estos saberes y son válidos para toda su especie, es decir, que el animal hereda una serie de pautas que marcan cuáles son sus necesidades y cómo las puede satisfacer. El mono sólo copula con la mona, y el perro con la perra, no se ve el mono que diga que quiere estar con el león. En los animales, la hembra tiene una época en que sí acepta al macho y ahí copulan, este es un período que dura un tiempo determinado, es siempre en la misma época y por fuera de este tiempo la hembra ‘no siente deseos sexuales’, y en la época de celo, no siente dolor de cabeza ni problemas de erección como puede pasar en la mujer y en el hombre.
¿Por qué pasa esto? Porque en el animal reina el instinto que le configura una manera de comportarse dentro de su reino, y en el hombre operan las pulsiones. Y las pulsiones actúan como una fuerza constante que no designa ningún comportamiento hereditario ni fijo, tampoco se satisface con un objeto determinado, no tiene frecuencia, ni un ritmo biológico pautado de antemano. Es decir, que en el ser humano no hay ningún comportamiento prefijado en cuanto a la sexualidad. Ella y él quedan, y él dice algo inoportuno: hoy estuve con una amiga y a ella esa le cae fatal o ella ve que él no combina los zapatos con los calcetines y eso es insoportable para ella y ya esa noche no hay encuentro sexual.
La diversidad en cuanto a la elección de objeto, la pareja que elegimos, es mucho más amplia: hay gente que elige gente del mismo sexo, otros del sexo opuestos, otros obtienen gocen mirando, otros con un objeto como puede ser un zapato o una braga, otros con animales. No hay ningún comportamiento en el ser humano que este dictaminado por la especie. No hay nada en el ser humano que le indique por dónde tiene que ir. El concepto de sexualidad es mucho más complejo que lo que aparece en los animales.
S. Freud fue degradado y perseguido por plantear la existencia de lo inconsciente y por el concepto de sexualidad infantil al plantear que el niño es un perverso polimorfo, es decir, que puede gozar con cualquier parte del cuerpo. Al principio dicho placer viene apuntalado, viene de la mano de la satisfacción de las necesidades básicas: el niño en un momento toma el pecho de la madre por hambre, pero luego, se prende por la satisfacción que le da el mamar, el chupar. Con la caca pasa algo similar: en un principio el hacer caca le permitía el aliviar las heces de los intestinos, pero luego el niño obtiene placer en el retener, en el expulsar, en el jugar con las heces. Ahí queda desprendido de la necesidad.
Y cuando decimos perverso tenemos que hacer un trabajo similar al que planteamos con el del concepto de sexualidad. Cuando hablamos de perversión no estamos hablando de aberraciones sexuales, sino que pensamos lo perverso como todo aquello que se aleja de lo sexual con fines reproductivos. En el caso del niño no existen las barreras morales que tiene acontecen en el adulto y por ello, es capaz de gozar libremente con cualquier parte de su cuerpo, sin preguntarse si lo que hace está bien o no.
En el adulto, no decimos que estos rasgos perversos hayan desaparecido, sino que actúan de otra manera. Se puede dar el caso que alguien sólo goce con los preliminares como el besar, el mordiendo o el chupar y no llegue al coito. O una persona que siempre lo hace de la misma manera, con la luz apagada, en la postura del misionero y sólo un día a la semana. También son perversos porque sólo pueden gozar de esa forma y no de otra.
Es por ello que aquí también se pone en juego lo que se llama sexualidad normal ¿qué es lo normal? No existe, porque para cado el encuentro sexual es completamente diferente a otro, no hay una norma preestablecida.
Desde el psicoanálisis sabemos que el ser humano no resigna de buena gana lo que alguna vez le dio placer, es decir, que ese placer que le daba el chupar la teta, el chupete o el dedo de niñx, en el adulto lo encontramos de una manera distinta: en el fumar, en el morderse las uñas, en el hablar, en el beber, es eso que, también, produce una excitación sexual, pero entendiendo lo sexual en el sentido que les planteamos completamente desligada de los genitales. Porque el cuerpo es potencialmente productor de placer. Es lo que llamamos zonas erógenas. Se ve claro en las relaciones sexuales: hay gente que le gusta que le besen el cuello, o le susurren palabras guarras al oído, o le toquen el pie o el ombligo. Cada uno en función de su recorrido sentirá más excitación en una zona que en otra.
Resumiendo, en el hombre no existen instintos, sino que la pulsión es lo que lo compele al goce sexual y esto quiere decir, que no existe un ritmo, una pauta en el comportamiento, que puede gozar con cualquier cosa además de gozar sexualmente con otra persona, puede gozar con una parte del cuerpo, y alejamos a la sexualidad de los genitales, no diciendo que estos no importan, sino que no es la única manera que tiene para gozar.
Lo curioso del planteamiento del psicoanálisis. No es solo esto, sino que amplía las actividades que pueden llegar a general placer. Hay otras fuentes de excitación que no siempre se consideran. Por ejemplo: los movimientos fuertes producen en el niño intenso placer. Esto de levantarlo y bajarlo rápidamente, esto produce cierta tensión en el cuerpo que le produce placer y le produce excitación, o cuando los adolescentes se pelean cuerpo a cuerpo, también genera cierta tensión en el cuerpo. O con las películas de miedo, pasa algo similar, genera tensión, cierto temor que tiene que ver también con una tensión sexual. El trabajo intelectual, también, genera intenso placer.
La sexualidad está tramada, también, con el lenguaje: no es algo visible, palpable, esta descolocada, tramada en palabras. Y aquí distinguimos sexualidad de sexo, en el sentido de que el sexo lo podemos ensayar, practicar, calcular y en cambio la sexualidad, aparece recluida, enlazadas con cuestiones imperceptibles.