Desdémona: ¡Celos!¿Le he dado yo algún motivo?
Otelo. William Shakespeare
Psicoanalista y Psicóloga Online
Espacio Terapéutico para tratar Ansiedad, Depresión, Fobias, Celos, Angustia, Crisis de vida. #Terapiaonline
‘Los amorosos callan.El amor es el silencio más fino,el más tembloroso, el más insoportable.Los amorosos buscan,los amorosos son los que abandonan,son los que cambian, los que olvidan.’‘Los amorosos’ de Jaime Sabines
En la consulta de psicoanálisis Barcelona acompaño a personas que están afectadas por la problemática de la angustia en sus diversas manifestaciones: ansiedad, pánico o fobias desde la perspectiva psicoanalítica.
S. Freud distingue tres tipos de fobias:
Con frecuencia hablamos de instinto cuando pensamos en determinadas conductas humanas como puede ser el instinto materno o el instinto sexual, comparando con ciertos comportamientos animales caracterizados por ser innatos, automáticos, repetitivos, fijos y orientados a la supervivencia de la especie. Pero para los seres humanos lo sexual no tiene nada de instintivo, ni natural. La sexualidad humana es un campo problemático.
La definición de sexualidad que da el diccionario, y dice: Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo. Es decir, que la sexualidad humana queda reducida únicamente a lo anatómico, siendo lo genital lo que predomina. Lo sexual sería todo lo que se relaciona con la diferencia de los sexos, pero vamos a ver que no es sólo esto, la sexualidad es más abarcativa.
La sexualidad no es, exclusivamente, todo aquello que tiene como centro el acto sexual, ni tampoco aquello que va destinado a la reproducción. Es necesario hacer un matiz porque la sexualidad se relaciona el acto sexual, pero hay cosas que son sexuales y no implican ni acto sexual ni reproducción; como es el caso de las caricias, los besos, y masturbación, que como todos sabemos, forma parte de la actividad sexual del ser humano.
La sexualidad ¿es todo aquello que apunta a una ganancia de placer? la respuesta es afirmativa, en el sentido de que para el psicoanálisis lo sexual son todas aquellas actividades que aporten al sujeto un placer: ya sea con una relación sexual, con una lectura, con una buena conversación.
Con respecto a la ganancia de placer, el ser humano claramente se distingue del animal. A pesar de las mil comparaciones que se hacen y entre las cuales el hombre casi siempre queda mal parado y siendo los animales como modelos de comportamiento. Cuando la distinción entre nosotros y los animales es radical.
En los animales son los instintos los que señalan sus comportamientos y en el ser humano no hay nada que nos lleve a pensar que tiene instintos.
El instinto sería ese saber heredado que le permite al animal adaptarse al medio: el mono sabe cómo sustentarse el alimento, sabe cómo asearse, sabe cómo pasar de una rama a otra. No hay monos que sufran desnutrición u obesidad. Los animales heredan estos saberes y son válidos para toda su especie, es decir, que el animal hereda una serie de pautas que marcan cuáles son sus necesidades y cómo las puede satisfacer. El mono sólo copula con la mona, y el perro con la perra, no se ve el mono que diga que quiere estar con el león. En los animales, la hembra tiene una época en que sí acepta al macho y ahí copulan, este es un período que dura un tiempo determinado, es siempre en la misma época y por fuera de este tiempo la hembra ‘no siente deseos sexuales’, y en la época de celo, no siente dolor de cabeza ni problemas de erección como puede pasar en la mujer y en el hombre.
¿Por qué pasa esto? Porque en el animal reina el instinto que le configura una manera de comportarse dentro de su reino, y en el hombre operan las pulsiones. Y las pulsiones actúan como una fuerza constante que no designa ningún comportamiento hereditario ni fijo, tampoco se satisface con un objeto determinado, no tiene frecuencia, ni un ritmo biológico pautado de antemano. Es decir, que en el ser humano no hay ningún comportamiento prefijado en cuanto a la sexualidad. Ella y él quedan, y él dice algo inoportuno: hoy estuve con una amiga y a ella esa le cae fatal o ella ve que él no combina los zapatos con los calcetines y eso es insoportable para ella y ya esa noche no hay encuentro sexual.
La diversidad en cuanto a la elección de objeto, la pareja que elegimos, es mucho más amplia: hay gente que elige gente del mismo sexo, otros del sexo opuestos, otros obtienen gocen mirando, otros con un objeto como puede ser un zapato o una braga, otros con animales. No hay ningún comportamiento en el ser humano que este dictaminado por la especie. No hay nada en el ser humano que le indique por dónde tiene que ir. El concepto de sexualidad es mucho más complejo que lo que aparece en los animales.
S. Freud fue degradado y perseguido por plantear la existencia de lo inconsciente y por el concepto de sexualidad infantil al plantear que el niño es un perverso polimorfo, es decir, que puede gozar con cualquier parte del cuerpo. Al principio dicho placer viene apuntalado, viene de la mano de la satisfacción de las necesidades básicas: el niño en un momento toma el pecho de la madre por hambre, pero luego, se prende por la satisfacción que le da el mamar, el chupar. Con la caca pasa algo similar: en un principio el hacer caca le permitía el aliviar las heces de los intestinos, pero luego el niño obtiene placer en el retener, en el expulsar, en el jugar con las heces. Ahí queda desprendido de la necesidad.
Y cuando decimos perverso tenemos que hacer un trabajo similar al que planteamos con el del concepto de sexualidad. Cuando hablamos de perversión no estamos hablando de aberraciones sexuales, sino que pensamos lo perverso como todo aquello que se aleja de lo sexual con fines reproductivos. En el caso del niño no existen las barreras morales que tiene acontecen en el adulto y por ello, es capaz de gozar libremente con cualquier parte de su cuerpo, sin preguntarse si lo que hace está bien o no.
En el adulto, no decimos que estos rasgos perversos hayan desaparecido, sino que actúan de otra manera. Se puede dar el caso que alguien sólo goce con los preliminares como el besar, el mordiendo o el chupar y no llegue al coito. O una persona que siempre lo hace de la misma manera, con la luz apagada, en la postura del misionero y sólo un día a la semana. También son perversos porque sólo pueden gozar de esa forma y no de otra.
Es por ello que aquí también se pone en juego lo que se llama sexualidad normal ¿qué es lo normal? No existe, porque para cado el encuentro sexual es completamente diferente a otro, no hay una norma preestablecida.
Desde el psicoanálisis sabemos que el ser humano no resigna de buena gana lo que alguna vez le dio placer, es decir, que ese placer que le daba el chupar la teta, el chupete o el dedo de niñx, en el adulto lo encontramos de una manera distinta: en el fumar, en el morderse las uñas, en el hablar, en el beber, es eso que, también, produce una excitación sexual, pero entendiendo lo sexual en el sentido que les planteamos completamente desligada de los genitales. Porque el cuerpo es potencialmente productor de placer. Es lo que llamamos zonas erógenas. Se ve claro en las relaciones sexuales: hay gente que le gusta que le besen el cuello, o le susurren palabras guarras al oído, o le toquen el pie o el ombligo. Cada uno en función de su recorrido sentirá más excitación en una zona que en otra.
Resumiendo, en el hombre no existen instintos, sino que la pulsión es lo que lo compele al goce sexual y esto quiere decir, que no existe un ritmo, una pauta en el comportamiento, que puede gozar con cualquier cosa además de gozar sexualmente con otra persona, puede gozar con una parte del cuerpo, y alejamos a la sexualidad de los genitales, no diciendo que estos no importan, sino que no es la única manera que tiene para gozar.
Lo curioso del planteamiento del psicoanálisis. No es solo esto, sino que amplía las actividades que pueden llegar a general placer. Hay otras fuentes de excitación que no siempre se consideran. Por ejemplo: los movimientos fuertes producen en el niño intenso placer. Esto de levantarlo y bajarlo rápidamente, esto produce cierta tensión en el cuerpo que le produce placer y le produce excitación, o cuando los adolescentes se pelean cuerpo a cuerpo, también genera cierta tensión en el cuerpo. O con las películas de miedo, pasa algo similar, genera tensión, cierto temor que tiene que ver también con una tensión sexual. El trabajo intelectual, también, genera intenso placer.
La sexualidad está tramada, también, con el lenguaje: no es algo visible, palpable, esta descolocada, tramada en palabras. Y aquí distinguimos sexualidad de sexo, en el sentido de que el sexo lo podemos ensayar, practicar, calcular y en cambio la sexualidad, aparece recluida, enlazadas con cuestiones imperceptibles.
«Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros»
Sócrates
La adolescencia es una categoría que va cambiando con la época y la cultura. Es una etapa de la vida que viene señalada por una serie cambios físicos y psíquicos, acompañada de duelos necesarios como el dejar atrás al niño o niña que se era, los juguetes, la dependencia emocional con los padres. Comienzan a ganar terreno el pertenecer al grupo de amigos, iguales a uno, que acompañan la separación afectiva de los padres. Ya no se les pide opinión a los padres, sino a los amig@s.
Desde el psicoanálisis pensamos al adolescente no desde el punto de vista estadístico, no fijamos una franja de edad determinada ni sólo los cambios en el organismo, franja de edad que cada vez se agranda más. Desde la sociología nos dicen que la adolescencia llega hasta los 30 años, que existen adolescencias prolongadas en el tiempo, etc. Desde la perspectiva psicoanalítica decimos que nos encontramos en la consulta con adolescentes de 40 años y niños de 50, como hay jóvenes de 15 años que asumen responsabilidades de adultos a pesar de su corta edad. Es decir, que la adolescencia tiene que ver más con un momento lógico de la vida que cronológico. Como psicoanalistas nos importa qué es lo que hace cada persona con su modo de vivir, si se responsabiliza o no tenga la edad que sea.
Somos un centro de psicología en el que atendemos la especificidad de la terapia con adolescentes en Barcelona ofrecemos un espacio terapéutico para acompañar a padres e hijos en este proceso en donde lo viejo se pone a prueba, y donde algo persiste. Pero también es preciso algo nuevo. El adolescente busca tanto semblantes nuevos como poner a prueba los viejos. Si en este proceso se producen conflictos, podemos ayudarlos en esta elaboración. La adolescencia es un momento crucial donde se deciden un montón de cosas. Es por ello, que planteamos cada terapia de manera personalizada porque para cada adolescente este proceso es diferente, planteamos un modo de intervención adecuado.
Psicoterapia para adolescentes
En la consulta de Anabel López, psicoanalista en Barcelona te ofrecemos la posibilidad de que dispongas de un espacio y un tiempo para que puedas tratar tus expectativas, analizar tus conflictos y generar posibles soluciones para hacerles frente. Tal vez llegas a la consulta de la mano de tus padres, o de un tirón de orejas, es por ello, que es interesante que sepas como adolescente que la terapia se rige por el más estricto secreto profesional, los temas que se tratan en la consulta quedan bajo secreto y, salvo excepciones, se tiene que informar a los padres de algo de lo hablado-siempre con el consentimiento del implicado-. Igualmente, los padres están implicados en la terapia de su hij@, las entrevistas pueden ser mensuales o trimestrales y tratamos sus dificultades como padres, orientamos y/o derivamos si es necesario.
En la consulta os brindamos el apoyo de una psicóloga experta en adolescentes -con amplia experiencia y formación- que os ayudará a superar problemáticas que dificultan el crecimiento personal.
Son miles los dilemas a los que se encaran l@s adolescentes, el deseo por experimentar sensaciones nuevas y la fácil accesibilidad ya sea a sustancias, a juegos, a la tecnología, a las redes sociales o a experiencias sexuales, y la nula visión de los riesgos, pueden hacer que esta época de viva en los límites. En nuestra consulta de psicología encontrará el asesoramiento y acompañamiento de una experta psicóloga para jóvenes. La adolescencia inquieta a los padres, a los profesores y a los adultos. Para los padres se trata de un encuentro con el niñ@ que deja de ser, aquel que empieza a presentarse como un desconocido@. Extraño por momentos en su casa, extraño cuando se miran a sí mismos. Se tratan de momentos en que se transforma la manera de vincularse que existía.
Los adolescentes, se dice, se quieren diferenciar de sus padres, del mundo adulto. A veces puede ser cierto, otras no tanto. Es por esto que como padres es necesario estar atentos a fortalecer y cuidar la relación con nuestr@s hij@s adolescentes.
Si consideran que podemos ayudarlos, reserve una entrevista con una psicoterapeuta experta en atención de adolescentes en Barcelona al 935808324.
La dependencia del ser humano está presente en las diversas relaciones que puede llegar a mantener: con la familia tan necesaria en los primeros años, con el trabajo indispensable para todo crecimiento y con su deseo puesto en cada una de las cosas que hace. En la diversidad de sus vínculos, el ser humano quiere conseguir la felicidad y mantenerla. En ese recorrido cada sujeto evita el dolor y busca intensificar los placeres sean del orden que sean.
Un punto a destacar es que el sujeto por el mero hecho de ingresar en la cultura tiene que renunciar, de alguna manera, a muchas actividades que le generaban placer cuando era niño. Desde que aprende a compartir, a respetar a los demás, a que hay algunas cosas que no se pueden hacer y otras sí, a pararse en los semáforos en rojo, a saludar al vecino, aunque no lo soporte, etc… Estas renuncias o estas limitaciones le ocasionan malestar, pero sin ellas sería imposible vivir en sociedad.
Para lidiar con el malestar el ser humano recurre a diferentes calmantes: las sustancias tóxicas o poderosas distracciones. Las sustancias tóxicas suponen un efecto inmediato, de alivio y de placer ya que actúan directamente sobre el cuerpo, los poderosos distractores como puede ser la televisión dejan al sujeto en suspenso y alejado de sus preocupaciones.
Tanto las drogas como la televisión, el móvil, los videojuegos actúan modificando dicho estado de modo que son tremendamente efectivos. Por sí solos estos calmantes no generan adicción, sino todos los consumidores de drogas o espectadores de tv se convertirían en adictos, para que se transformen en adicción es preciso que esté en juego cierto grado de compulsión. Si buscamos en el diccionario la definición de compulsión, encontramos: inclinación, pasión vehemente y contumaz por algo o alguien.
Entonces, podríamos decir que muchas cosas que rodean al ser humano son susceptibles de generar adicción, no sólo las drogas o el alcohol, sino también todo aquello a lo que un sujeto puede dedicarle gran parte de energía psíquica, con cierta persistencia y recurrencia, y que, a su vez, puedan funcionar como calmante del malestar que le aqueja.
Desde psicólogos Barcelona pensamos que la cuestión radica en que si una persona, por ejemplo, se dedica a su trabajo con fuerte pasión y además, le entrega las horas que hagan falta, ¿eso quiere decir que es adicta al trabajo?; O Si se pasa todo el día trabajando para no volver a casa porque no aguanta los chillidos de la mujer; O si se tiene que tomar a diario, a la misma hora y el mismo bar la cerveza de la misma marca ¿es adicción? En primer lugar, puede llamarle la atención lo que está ocurriendo ahí: en el no soportar a la mujer o en tener que hacer el mismo ritual a diario. En segundo lugar, en toda adicción está presente cierta dependencia con el objeto, persona o sustancia.
Podríamos pensar la adicción al sexo como otro calmante. Lo que la diferencia de las drogas es que la «sustancia» que daña está en uno mismo.
En el momento en el que se abre la adicción al sexo, al trabajo a la televisión vemos que se amplía el espectro, ya no entran en juego sólo los factores corporales, sino también la dependencia psíquica que, por supuesto, también juega un papel crucial cuando hablamos de las adicciones a sustancias tóxicas.
Ahora, ¿dónde está el límite entre un consumidor y un adicto? ¿Cuál es la diferencia? Podríamos decir que ese límite lo marca el papel que juega la sustancia o la actividad en la vida del sujeto. Al tratar el tema de drogas, es recomendable, dejar de lado los componentes morales que nos hacen posicionarnos como si se tratase de cosas buenas o malas para el sujeto y no “vemos” ¿qué lugar ocupa eso en su vida? o ¿por qué acude a ellas?
Un sujeto atrapado por cualquier tipo de adicción tiene dificultades para abandonarla porque le proporciona una cierta completud, “siente” que eso es lo que le falta para hacer determinadas cosas que de otra manera no se atreve o “siente” que con eso es realmente feliz o que su vida tiene sentido, sin preguntarse en absoluto el para qué hace lo que hace…y se ve con serias dificultades para abandonar aquello que le genera un goce absoluto. Si lo pensamos una droga de por sí, no soluciona nada, sino que influye directamente sobre el cuerpo y cada persona le da un sentido distinto: puede permitirle hacer eso que no se atreve…ahí hay un problema.
Es por ello que la mayoría de los tratamientos apuntan no tanto a la supresión de lo que genera adicción, sino a la sustitución del goce que produce por otro goce, el de la palabra que lo ata más a establecer otro tipo de vínculo, lo liga con la vida.
Hay que aclarar que una persona que está enganchada, ya sea a una sustancia o a un objeto, por sí sólo no -siempre- es posible abandonarlo. Hay veces que el límite viene por algún tipo de susto en donde el sujeto toma conciencia de lo que le está pasando y lo llevan a consultar con un psicólogo experto en adicciones para dejar la adicción.
Son dos diagnósticos que se relacionan con trastornos en la alimentación. Los términos anorexia y bulimia hoy en día están cada vez más difundidos; se llama anoréxico a aquella persona que no come, que padece de una ausencia de apetito y bulímico a aquella que después de darse un atracón de comida se provoca el vómito. Desde la perspectiva psicoanalítica proponemos que no se tratan de un mal aprendizaje de los hábitos de comer, ni que van juntas. Anorexia y bulimia manifiestan en las conductas alimenticias un conflicto psíquico inconsciente.
El diagnóstico en muchos casos es decisivo; Sin embargo, no hay que olvidar que un diagnostico no define a una persona. En Psicóloga Barcelona nosomos partidarios de orientar el tratamiento exclusivamente en función del diagnóstico, sino que lo basamos en la particularidad de cada persona.
Esta se presenta preponderantemente en mujeres, comienza en la pubertad con un rechazo a la comida y un terror a engordar. Estos sujetos no comen para no engordar.
Hay discordancias entre la mirada de los otros y como se sienten ellos. A pesar de la delgadez observable estos sujetos la niegan. Su imagen corporal aparece distorsionada entre su apariencia real del cuerpo y lo que dice de sí misma. Marcan una diferencia radical entre la mirada propia y ajena sobre su cuerpo.
Otra discordancia se escucha entre lo que dice de si mismo: “No me pasa nada”, “No me veo delgada”, y las imágenes y asociaciones que al ver su cuerpo provoca en su entorno social sean familiares o amigos. Éstos afirman que se parece a un cadáver o una muerta viviente. Se trata de un tránsito entre dos estados, de una muerte en vida o de una vida muerta.
La contradicción entre lo que dice y muestra, conjuntamente con el ofrecimiento que hace de su cuerpo como un objeto para la mirada curiosa de los otros, permiten caracterizar a la anorexia como un síntoma para ser visto. Generalmente, se visten con ropas amplias y oscuras, que cubren su cuerpo, con una clara intención de velarlo, pero así pasa a ser llamativo y contribuye a resaltarlo. Son chicas inteligentes, curiosas e investigadoras de dietas, lectoras de tratados sobre la alimentación, conocen con precisión el valor calórico de los alimentos.
Como rasgos peculiares se destacan: la obstinación y la tenacidad en su negatividad a comer conjuntamente con su voluntad feroz. Paradójicamente no se sienten enfermas, no reconocen su adelgazamiento y niegan el conflicto, se rehúsan a consultar a un profesional. Es por ello, que acudir a un psicólogo de Barcelona especializado en terapia para adultos le puede ayudar a encontrar la raíz de su malestar y afrontar la vida con menos sufrimiento.
La anorexia y la bulimia son síntomas que se estructura alrededor de la oralidad. Los primeros contactos del niño con la madre son a través de la boca, como vehículo de la alimentación, de placer y de las palabras que se intercambian. Es la madre la que asiste y cuida al bebé cada vez que llora, ya sea alimentándolo, arropándolo o lo que crea que lo calma.
Tanto en la anorexia como en la bulimia es la boca la que se cierra o se abre al alimento. La misma boca con la que se habla, es decir, es con el mismo orificio por donde entran o se rehúsan alimentos y por donde se pronuncian determinadas frases o se callan determinadas palabras. Las palabras son vehículos de deseos y son las que dan estatuto al cuerpo. El recorrido por estas puntualizaciones permitirá responder a la diferencia básica existente entre: necesitar y desear, satisfacerse y gozar, comer y alimentarse, por placer, por amor o por obligación.
El hambre de decir o de desear decir, implica que haya otro escuchando, deseando oír, que no tapone la boca con respuestas inmediatas. Si la vida es reducida al terreno de las necesidades, si el niño llora e inmediatamente la madre le ‘enchufa’ algo, no le deja espacio para que desee. De esta manera son las necesidades la que caen en cuestión ¿por qué o para qué hay que comer?
La anorexia puede presentarse combinada con un síntoma bulímico o la dificultad de contener el hambre puede conducir a períodos bulímicos aislados.
En numerosos casos se vislumbra un ideal de no sentir nunca el hambre. Otros casos muestran una diferencia entre la compulsión a comer o comer por hambre: “desearía sentir hambre o disfrutar de lo que como”. Incluso la aspiración al deseo de comer y engordar cuando se trata de sentirse animados por algún deseo. O comer sin hambre, pero no poder evitar una precipitación incontrolable al acto de comer, que responde a una necesidad de llenar la boca para irremediablemente vomitar y donde la expulsión se presenta como el mecanismo fundamental.
Es importante reiterar que el control sobre el peso, el pasar la vida sometidas a dietas adelgazantes se diferencian del terror a engordar que anima a la verdadera anorexia. En ésta, el deseo de sostenerse y mantenerse en la delgadez es central, y cuando ello es logrado no se sienten enfermas ni con motivo alguno para solicitar ayuda. El hecho de poder mantenerse en un peso límite y no sobrepasarlo estabiliza el síntoma. Su delgadez, a veces cadavérica, pasa a ser motivo de angustia y preocupación para quienes la rodean, pero no para ella misma. Es importante que pueda iniciar terapia psicoanalítica ya que hablar con un analista, acerca de lo que le angustia es muy diferente de hacerlo con un amigo o con un familiar. No se trata sólo de toda la experiencia y la formación académica con la que cuenta una psicóloga de Barcelona, sino por cómo escucha sin juzgar ni aconsejar, siempre bajo una estricta confidencialidad. Proponemos psicoterapia personalizada en Barcelona según cada persona.
La anoréxica no es que no coma comida, come nada. De esta manera la nada tiene una existencia en el plano simbólico. Nada remite a una ausencia, nada en el lugar de algo, de un objeto concreto, de una cosa. Come nada implica en primera instancia una negativa, no come, pero no comiendo come nada. Se niega a un objeto, a un alimento, pero come algo, nada, de esta manera se alimenta de una ausencia o intenta transformar el alimento en una ausencia.
La vida de la persona bulímica, al igual que el anoréxico, se halla alterada por los desordenes alimenticios, entran en crisis y son capaces de hacer cualquier cosa (robar o vender objetos ajenos) para conseguir el dinero para darse el atracón.
La bulimia se caracteriza por episodios de «hambre insaciable» (bulimia procede del griego: «hambre de buey»), por un deseo irrefrenable a comer. A pesar de existir intenciones conscientes, a pesar de la voluntad del sujeto que la padece de frenar este impulso, la compulsión voraz que caracteriza a la bulimia, se impone. No tardará en suceder otro episodio donde esta escena se repite de nuevo. Esta conducta compulsiva de comer, cuestiona radicalmente que la comida sea exclusivamente un objeto para satisfacer el hambre. El comer es un calmante de la angustia. En la bulimia no se trata de que la comida sea necesaria en el sentido nutritivo.
El sentimiento de vacío lo intentan llenar con comida. Al tragar tanta comida intentan restituir el estado de completud que vivió de pequeño, cuando era un bebé y la madre lo colmaba. Buscan encontrase en ese momento en la que nada faltaba, en el que todo era perfecto. Lo que buscan se puede decir es un “más de madre”, eso que le falta para que estén “llenos” y no sientan el vacío. Pide a la madre que le dé más, aunque ella no puede, y es en ese pedido de dar lo que no se tiene que le demanda amor. Con el vómito lo que hace es llamar al Otro, invocarlo. Al no poder hablar, al no poder expresar con palabras aquello que quiere decir, va directamente al acto, vomita.
Entendemos que ‘ser bulímico o anoréxico’ es una forma de nominarse, de nombrarse. De responder a la pregunta de ¿quién soy? El ser bulímico o anoréxico le da un estatuto.
Los ataques de bulimia suelen aparecer en momentos de angustia. De pronto algo les sucede, algo se les cuestiona a dichas personas y “su manera” de enfrentarse con la angustia es comiendo. Pero esa acción de comer, o “devorar”, no les dan ninguna salida, la angustia sigue presente ni con la “comilona” desaparece. Más bien, el comer tapona la angustia con la comida. Una vez aplastadas por tanta comida, vendrá el sueño o el vómito. Aparecerán los reproches, la desvalorización y una tendencia a los estados depresivos. Esto pone fin momentáneamente a este circuito infernal, pues en las personas que padecen de bulimia es fácil que se instale el temor de no poder poner fin a su irrefrenable impulso a comer.
Se puede presentar en todas las edades, si bien sus primeras relaciones con el alimento van a marcar esta tendencia insaciable a la comida. Esta manera de comer produce, además, un aislamiento de la vida social: comen a escondidas o alejadas de la mirada y los comentarios de la gente. Este alejamiento de lo social complica aún más las cosas, pues se construye un nuevo problema y, por lo tanto, una nueva oportunidad de saciarse comiendo.
La preocupación por controlar el peso que a veces demuestra, la resuelve con ayunos, vómitos, laxantes, diuréticos, etc. Sin embargo, la preocupación por engordar no es la cuestión principal, sino que es la compulsión a comer. Hay un “imperativo” que obedecer, hay algo que no se puede dejar de hacer en la bulimia: hay que comer, pero luego hay que vomitar. Tratarse con un psicólogo de adultos en Barcelona puede ayudara encontrar verdaderamente la causa del malestar, separando la comida de la autodestrucción y hacer algo diferente con el sufrimiento que produce.
Pero ¿Qué le impulsa a comer de esa manera? ¿Qué hay detrás de esa comida que todo lo recubre? Éstas son preguntas que surgen en el transcurso de los tratamientos. Cuando llegan a la consulta –la mayoría de las veces– es con un largo entrenamiento en tratamientos de todo tipo, pero férreamente sostienen uno, el propio, el que consideran el mejor para ellos: comer y vomitar, o su contrapartida: no comer.
En la negativa a comer hay una verdad en juego, una relación constante de lo vacío y lo lleno, donde incorporar para expulsar, mascar para escupir y comer para vomitar, se tornan vaivenes de la pérdida y reencuentro con esa pérdida. Al vomitar no buscan expulsar para no engordar, sino que incorporan y expulsan –una y otra vez-, dramatizando la pérdida y su reencuentro.
Consultar a Psicólogos Barcelona no sólo es signo de estar mal. Permite que la persona pueda cambiar la situación y conseguir una vida más satisfactoria con uno mismo y mejorar sus relaciones personales y laborales. El alivio del malestar acostumbra a ser relativamente rápido y ya desde las primeras sesiones uno puede empezar a sentirse mejor.