Terapia Celos en la pareja

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Desdémona: ¡Celos!¿Le he dado yo algún motivo?
Emilia: Los celos no se satisfacen con esa respuesta; no necesitan ningún motivo. Los hombres son celosos porque lo son. Los celos son monstruos que nacen y se alimentan de sí mismos.

Otelo. William Shakespeare


En la consulta de psicoanálisis Barcelona escucho a personas carcomidas por los celos que se sienten en un verdadero infierno. Los celos lastiman, se refugian y crecen; pueden llegar a ser abruptos, absurdos, brutales. Amor, odio, celos, dolor, tristeza

¿Cómo librarse de los celos? 

Los celos son sentimientos normales y están presentes a lo largo de nuestra vida. A través de la terapia puedes descubrir las cuestiones que despiertan tus celos. Algunas personas dicen no sentir celos y ello se debe, a que han sufrido una fuerte represión que aparta los celos de la conciencia, pasan a estar en estado inconscientes, pero continúan actuando en él. De este modo los celos pueden manifestarse de cualquier forma, sin que la persona los pueda identificar como tales. Es posible que ante unos celos reprimidos el sujeto discuta con su pareja por una tontería, no es consciente de ello, pero el enfado lo tiene igual y encuentra cualquier nimiedad para justificarse.

Los celos, forman parte de nuestra cotidianidad, y pueden ser el ingrediente adecuado para una relación amorosa, a veces funciona como ‘prueba de amor’. Pero, cuando el amor es invadido por los celos patológicos, el control, la posesividad y el sometimiento van ocupando su lugar provocando un empobrecimiento del sujeto y de la pareja. El otro no es percibido como un sujeto independiente, sino como objeto de propiedad exclusiva.

El celoso no acepta la falta de propiedad del otro, ese amor no-todo, y esa negación lo lleva a revisar bolsillos, teléfono móvil, correo electrónico, Facebook, contratan detectives, torturan a su pareja con interrogatorios. Los celos ponen en juego la relación simbiótica con la madre: una pérdida de la unidad con la madre que garantiza un estado de felicidad sin fisuras, donde uno era todo para el otro. Relación que si persiste en el tiempo conduce a la patología.
Cuando la situación de celos se repite en la vida adulta, el celoso se siente en inferioridad de condiciones, piensa que hay otro que puede ser más satisfactorio para su pareja, que los/as otros/as tienen más recursos para seducir, para amar, para vivir, etc. Coloquialmente se dice que el celoso es «inseguro», «que no tiene confianza en sí mismo», teme perder el amor del otro. Sin embargo, existe una sobrevaloración del rival: el otro es mucho mejor que él o ella.

Roland Barthes en ‘Fragmentos de un discurso amoroso’, dice: “El celoso sufre cuatro veces: porque estoy celoso, porque me reprocho estarlo, porque temo que mis celos hieran al otro, porque me dejo someter por una nadería. Sufro por ser excluido, por ser agresivo, por ser loco y por ser normal.”

Si deseas consultar para Terapia celos Barcelona pueden contactar a la
consulta de psicoanálisis en Barcelona
al teléfono 93 580 83 24.

¿Cuándo hacer Terapia de Pareja?

 
 
 
‘Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.’
‘Los amorosos’ de Jaime Sabines
Es frecuente que uno de los integrantes de la pareja tome la iniciativa de consultar a una psicóloga experta en Barcelona cuando siente que la relación es un agobio, cuando la dificultad para escucharse acrecienta o cuando la violencia no da lugar a la palabra. También escuchamos quejas de uno respecto del otro –por no hacer o no dar en la medida de lo que el otro quiere– o que no mantienen relaciones sexuales durante un largo período de tiempo. Muchas veces lo que es motivo de consulta tapa el real problema de la pareja.
 
Uno de los beneficios de una terapia de pareja radica en que la presencia de un tercero aplaca cuestiones que los miembros de la relación por sí solos no pueden: las discusiones cesan, pueden comenzar a conversar sobre lo que le pasa con el otro, con los hijos, se abren cuestiones.
 
En las entrevistas terapia de pareja se pueden despejar las fantasías que hacen ver al otro de una manera particular y re-descubrir –juntos– una manera diferente de continuar. Sin embargo, algunas parejas llegan para poder separarse. La terapia de pareja no se propone como objetivo la continuidad de la pareja, sino que cada uno pueda recuperar su capacidad de vincularse con su propio deseo y con los otros. Algunas parejas pueden resolver aquello que obstaculiza el vínculo y otras llegan cuando uno de ellos no sabe cómo expresar que se quiere separar.
 
La terapia de pareja en Barcelona permite que puedan re-pactar la relación desde un lugar más sano, donde cada uno pueda soportar las diferencias con el otro y entender que es imposible querer que los dos hagan uno, básicamente porque ambos vienen de dos historias diferentes. Es por este motivo que, desde la consulta de psicoanálisis en Barcelona, propongo cada tratamiento diferente a otro, no tienen una duración determinada, se circunscribe al tiempo de cada pareja, signado por el tiempo particular de cada integrante. En algunos casos, la terapia de pareja es la antesala de un tratamiento psicoanalítico individual.
 
Si desean consultar para Terapia de pareja pueden contactar a la
consulta de psicoanálisis en Barcelona
al teléfono 93 580 83 24.

Psicoterapia Ansiedad y Angustia

En la consulta de psicoanálisis Barcelona acompaño a personas que están afectadas por la problemática de la angustia en sus diversas manifestaciones: ansiedad, pánico o fobias desde la perspectiva psicoanalítica.

Sensación desagradable 

Una primera aproximación a ¿qué es la angustia?es una sensación claramente desagradable. Todos en algún momento de nuestra vida la hemos experimentado. A veces es una experiencia casi cotidiana: sentimos angustia al despertar, al comienzo de un nuevo día que tenemos que afrontar asumiendo responsabilidades, tomando decisiones, realizando nuestro trabajo cotidiano.
También podemos experimentar angustia frente a un día libre de obligaciones y responsabilidades como puede ser un fin de semana, especialmente, el día domingo. Otras veces, paradójicamente, nos invade la angustia en un momento inesperado, en un momento en que estamos tranquilos, disfrutando de nuestras cosas e inexplicablemente comienza el malestar: sensaciones corporales – opresión en el pecho, malestar en la boca del estómago, ansiedad – y cambios en el estado anímico – tristeza, desgana, falta de interés

¿Qué nos produce ansiedad? 

La hallamos en situaciones cotidianas como puede ser: ansiedad ante un examen, una entrevista de trabajo o un viaje, en algunos casos esas mismas situaciones cotidianas nos pueden producir un elevado monto de angustia que el sujeto no puede salir solo a la calle, no puede estar en lugares abiertos o cerrados, o ya no pueden conducir porque les pánico. 
La angustia puede aparecer en infinidad de situaciones: ante un cambio en nuestra vida, cuando damos un paso hacia delante o hacia atrás. Cuando emprendemos un proyecto nuevo o cuando nos cuestionamos la relación con nuestros padres o con la pareja. 
Ninguna persona está exenta de sentirla ni tampoco la podemos eliminar del funcionamiento psíquico, pero lo que sí podemos es hacer alguna cosa con eso que nos está pasando. No es que me tengo que curar de la angustia de igual forma que debería curarme de una depresión o de un resfriado.
La angustia es estructural y está presente en todos y cada uno de los humanos, lo que la hace “patológica” es la intensidad con la que aparece. Pensémoslo como si fuera el aparato circulatorio, está en todos los humanos, es necesario y no tengo que curarme de él, pero si mi bombeo sanguíneo es muy alto ya no es saludable y entro en una enfermedad cardiovascular.

¿Qué es la angustia?

Para ir desplegando un poco la inabarcabilidad de la angustia, en primer lugar, podemos decir que la angustia es un estado afectivo que tiene un carácter displacentero evidente. La angustia es un afecto inconsciente, que puede irrumpir en la conciencia y provocar una crisis.

Tipos de angustia

Podemos situar dos tipos de angustia: una angustia que me alerta un peligro que hace que me prepare para la acción. Por ejemplo, si estoy por cruzar la calle sin mirar y un coche me pita para avisarme. Freud dice que esta angustia aparece como algo muy racional y comprensible. Si no aparece este apronte angustiado el autobús me atropella.
Pero ¿qué pasa si no aparece la angustia como señal y sólo hay desarrollo de angustia? Si es en un nivel muy alto, me paraliza, me bloquea.
Obviamente que las situaciones de angustia serán diferentes para cada uno, y no todos anticipan el peligro en lo mismo. En el caso de los niños se ve claro. No tienen dimensión del peligro, meten los dedos en el enchufe y no dimensionan ninguna situación de peligro y no lo pueden anticipar.
Si la angustia no aparece sobreviene el susto. El susto deriva del afecto de la sorpresa en un sujeto no preparado para la irrupción de un acontecimiento particular. Por ejemplo, el 17 de agosto 2017, el día del atentado en Las Ramblas de Barcelona, la gente que pasaba caminando no se imaginaba nada de eso, no existió nada que me preparase para ese acontecimiento.
Otra angustia sería como ese estado de espera relativo a un peligro que no se puede identificar con claridad. Así, aun faltando el reconocimiento del peligro, la angustia manifestaría su proximidad, impidiendo que el sujeto se entregue a un estado de pánico desordenado. En algo se parece al miedo, pero es como un miedo a nada y puede prolongarse en el tiempo.

¿Se puede controlar la angustia?

Una persona angustiada está afectada a nivel corporal, no sabe lo qué le pasa. Algo que escucho como psicoanalista en Barcelona es el deseo de una persona por querer controlarla. La angustia no se puede controlar; las emociones sí ya que tienen que ver con algo más consciente. Cualquier explicación de la angustia transforma la angustia en otra cosa.
En la angustia la ilación de pensamiento está interrumpida, algo quedó interrumpido sin tener noticia de ello, más que por los efectos que pueden aparecer después en el cuerpo. Crisis de ansiedad, ataques de pánico, son formas de presentación de la angustia.

¿Qué son las fobias?

Existen otras manifestaciones de la angustia. Una de ellas son las fobias. Si hiciéramos un breve listado podemos ver fobias a la oscuridad, al aire libre, a los lugares abiertos, a los gatos, a las arañas, a las orugas, a las ratas, a las tormentas, a la sangre, a la soledad, a pasar por un puente, a los viajes en avión, en tren, al agua, a la luz… Es una angustia que está ligada a un objeto en concreto y particular.

Tipos de fobias:

S. Freud distingue tres tipos de fobias:

  1. Fobias a objetos y situaciones temidas por todo ser humano que se convierten en miedos irracionales y exagerados en los fóbicos (a las serpientes, a los animales salvajes…)
  2. Otro grupo sería el compuesto por aquellas situaciones que, aun teniendo una dimensión peligrosa, en general ese peligro se minimiza por haber una probabilidad muy baja de que ocurra tal peligro (caso de volar en avión, cruzar un puente…)
  3. Fobias a situaciones u objetos que no contienen ningún peligro pero que el fóbico las vive de forma terrorífica (salir a la calle, encontrarse con gente, miedo a los ratones…)
Hay muchos autores que ven el miedo como una respuesta de base biológica. De hecho, se han encontrado bases neuronales relacionadas con este hecho. Existe la teoría de que somos seres miedosos por naturaleza. No obstante, esto no nos dice nada. ¿Qué significa que somos miedosos por naturaleza?
S. Freud en sus investigaciones, descubre que el miedo no tiene nada de instintivo. Si miran un niño de 1 o 2 años, juega con bichitos y se interesa por ellos, se fascina también por animales superiores como perros o caballos ¿cómo puede llegar luego a desarrollar una fobia a esos animales? O si pensamos en el transporte. Fíjense que muchos niños se tranquilizan cuando suben a un coche, o se duermen y/o en muchos niños o adultos, el movimiento del tren o del coche provoca alguna excitación procedente del movimiento.

¿Cómo comienza una fobia?

La mayoría de las fobias empieza con un ataque de pánico. El sujeto, durante el ataque de siente en centro de una soledad muy intensa. Se siente solo en el mundo. Y de hecho este juego de estar solo o acompañado juega un papel curioso en la fobia, muchas personas consiguen afrontar su fobia yendo acompañados. Como si de niños pequeños se trataran, tienen que ir siempre acompañados. Organiza toda una estructura fóbica para evitar que se repita ese desarrollo de angustia. Si el ataque aconteció en mitad de la calle, intenta no salir solo nunca más. Si se da en un espacio cerrado, donde siente que le falta el aire, no vuelve a coger el ascensor. Si se da en un avión, intenta evitarlos e ir en tren o en coche.
La fobia es la fachada de la angustia. Es una construcción de la propia angustia para que no se la reconozca. Lo que se ve muchas veces en la clínica es que el sujeto ya padecía de un gran monto de angustia que no sabía de donde le venía. Entonces, se pone un día nervioso y consigue proyectar y empaquetar esa angustia en un agente externo: no soy yo sino el perro o el avión.

Ansiedad

Otra de las manifestaciones de la angustia es la ansiedad. Nos encontramos en la consulta muchas personas que inician una terapia porque han sufrido varios ataques de ansiedad. De hecho, es una de los motivos para pedir una baja en el trabajo. Solemos relacionarlo con el estrés. Se manifiesta a través de palpitaciones, sudoración fría, temblores, respiración dificultosa y lo que es más importante, la persona que lo sufre cree que está a punto de morir o que se va a volver loca. Es una situación muy angustiante, que el paciente no sabe exactamente por qué le sucede.
A diferencia del fóbico, en el ataque de ansiedad no encontramos un objeto ante el cuál se produce el ataque. Suele suceder de forma repentina sin que ninguna situación externa parece ser el desencadenante.
También las personas obsesivas manifiestan un monto de angustia a través de sus rituales. Nos referimos a aquellas personas que ven alterado el funcionamiento normal de su vida porque están obligados a realizar una serie de rituales o repeticiones de determinadas acciones. Es importante que lo diferenciemos de las pequeñas manías que todos podemos tener en algún momento. Hablamos de aquellas personas que no pueden llevar una vida normal, su vida queda limitada y comienza a ser molesto para su vida y para la de los que le rodean.
Todo el tiempo que una persona intenta huir de una situación de su vida porque hay algo en ella que no soporta. La huida implica no tener que plantearse las cosas y, por lo tanto, no tener que transitar ese camino con angustia. Para no tener que enfrentarse con las problemáticas del amor, del trabajo, de su felicidad.
El sujeto, muchas veces, en vez de transformar su realidad, la niega; pero esto no quiere decir que no le sigan pasando cosas. Por tanto, huir no es una solución, es no aceptar ser humano, no aceptar la mortalidad. La angustia se presenta en el caso como un peligro que el sujeto intenta evitar a cualquier precio.
Es por ello que en la consulta de psicoanálisis Barcelona ayudo a que las personas puedan obtener los recursos psíquicos adecuados para poder afrontar situaciones de la vida cotidiana que generan ansiedad, angustia y fobias.

Consulta de Psicología Barcelona

 ¿Cuándo comenzar una Psicoterapia en Barcelona?



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“No importa lo que la historia ha hecho con el hombre, 
sino lo que el hombre hace con lo que la historia ha hecho de él”.
Jean-Paul Sartre
Detrás de toda consulta a un psicoanalista Barcelonaexiste un malestar frente al más de lo mismo. Una psicoterapia es una puerta abierta a un posible cambio vital, es emprender un camino hacia el saber sobre aquello que aqueja, molesta, angustia o paraliza.

En muchas ocasiones, la posibilidad de cambio nos atemoriza, nos hace retroceder y preferimos quedarnos tal cual, con la esperanza de que el tiempo acomode el curso de nuestra vida, eludiendo la responsabilidad por nuestro malestar.

Mudarse a otra ciudad, comenzar una carrera, dedicarse a lo que a uno le gusta, abandonar una pareja, formar una familia son algunas situaciones críticas en donde el sujeto decide avanzar o no transformar nada de su vida ante la inminencia de los cambios vitales.

Decidir por un cambio implica avanzar, a pesar de los temores, las incertidumbres e incluso el dolor que puede traer aparejado esa transformación en la vida de un sujeto. Si decide seguir tal cual como si nada pasara, la persona se aferra a lo viejo conocido. La forma de relacionarnos con los cambios, en general, depende de nuestra capacidad para elaborar las pérdidas que los preceden.
En algunos sujetos los cambios son situaciones que representan auténticas catástrofes que prefieren evitar a cualquier precio. Suelen decir: “Aquí no ha pasado nada”, “es el destinoo es el karma”, “no quiero pensar en ello”, “es imposible que cambie”. La negación, la pasividad, la huida y la distorsión de la realidad son algunos de los mecanismos psíquicos que se ponen en juego ante un cambio.

Un cambio implica jugársela, apostar por su propio deseo. Pero para ello es necesario un cambio en la posición como sujeto: pasar de ser pasajero a capitán, dejar de contemplar cómo opera el destino sobre cada uno y convertirse en creador del mismo. Sin embargo, ante el interés por cambiar aparece el disfraz de la impotencia: “no tengo fuerzas” o “no podré hacerlo”. Este disfraz permite conservar la comodidad de permanecer en el mismo lugar de siempre y no asumir la ruptura de la ilusión de que tenemos una vida “ya hecha”. No podemos dejar de lado una cuestión fundamental para el ser humano: la vida está compuesta por una sucesión de cambios de distinto tenor y la paradoja de la existencia está en “saber perder” para ganar.

Si deseas reservar una entrevista a la 
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La sexualidad desde el psicoanálisis

Instinto Vs Pulsión sexual

Con frecuencia hablamos de instinto cuando pensamos en determinadas conductas humanas como puede ser el instinto materno o el instinto sexual, comparando con ciertos comportamientos animales caracterizados por ser innatos, automáticos, repetitivos, fijos y orientados a la supervivencia de la especie. Pero para los seres humanos lo sexual no tiene nada de instintivo, ni natural. La sexualidad humana es un campo problemático. 

La definición de sexualidad que da el diccionario, y dice: Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo. Es decir, que la sexualidad humana queda reducida únicamente a lo anatómico, siendo lo genital lo que predomina. Lo sexual sería todo lo que se relaciona con la diferencia de los sexos, pero vamos a ver que no es sólo esto, la sexualidad es más abarcativa.

La sexualidad no es, exclusivamente, todo aquello que tiene como centro el acto sexual, ni tampoco aquello que va destinado a la reproducción. Es necesario hacer un matiz porque la sexualidad se relaciona el acto sexual, pero hay cosas que son sexuales y no implican ni acto sexual ni reproducción; como es el caso de las caricias, los besos, y masturbación, que como todos sabemos, forma parte de la actividad sexual del ser humano. 

La sexualidad ¿es todo aquello que apunta a una ganancia de placer?  la respuesta es afirmativa, en el sentido de que para el psicoanálisis lo sexual son todas aquellas actividades que aporten al sujeto un placer: ya sea con una relación sexual, con una lectura, con una buena conversación.

Con respecto a la ganancia de placer, el ser humano claramente se distingue del animal. A pesar de las mil comparaciones que se hacen y entre las cuales el hombre casi siempre queda mal parado y siendo los animales como modelos de comportamiento. Cuando la distinción entre nosotros y los animales es radical.  

En los animales son los instintos los que señalan sus comportamientos y en el ser humano no hay nada que nos lleve a pensar que tiene instintos.

El instinto sería ese saber heredado que le permite al animal adaptarse al medio: el mono sabe cómo sustentarse el alimento, sabe cómo asearse, sabe cómo pasar de una rama a otra. No hay monos que sufran desnutrición u obesidad. Los animales heredan estos saberes y son válidos para toda su especie, es decir, que el animal hereda una serie de pautas que marcan cuáles son sus necesidades y cómo las puede satisfacer. El mono sólo copula con la mona, y el perro con la perra, no se ve el mono que diga que quiere estar con el león. En los animales, la hembra tiene una época en que sí acepta al macho y ahí copulan, este es un período que dura un tiempo determinado, es siempre en la misma época y por fuera de este tiempo la hembra ‘no siente deseos sexuales’, y en la época de celo, no siente dolor de cabeza ni problemas de erección como puede pasar en la mujer y en el hombre.

¿Por qué pasa esto? Porque en el animal reina el instinto que le configura una manera de comportarse dentro de su reino, y en el hombre operan las pulsiones. Y las pulsiones actúan como una fuerza constante que no designa ningún comportamiento hereditario ni fijo, tampoco se satisface con un objeto determinado, no tiene frecuencia, ni un ritmo biológico pautado de antemano. Es decir, que en el ser humano no hay ningún comportamiento prefijado en cuanto a la sexualidad. Ella y él quedan, y él dice algo inoportuno: hoy estuve con una amiga y a ella esa le cae fatal o ella ve que él no combina los zapatos con los calcetines y eso es insoportable para ella y ya esa noche no hay encuentro sexual. 

La diversidad en cuanto a la elección de objeto, la pareja que elegimos, es mucho más amplia: hay gente que elige gente del mismo sexo, otros del sexo opuestos, otros obtienen gocen mirando, otros con un objeto como puede ser un zapato o una braga, otros con animales. No hay ningún comportamiento en el ser humano que este dictaminado por la especie. No hay nada en el ser humano que le indique por dónde tiene que ir. El concepto de sexualidad es mucho más complejo que lo que aparece en los animales. 

S. Freud fue degradado y perseguido por plantear la existencia de lo inconsciente y por el concepto de sexualidad infantil al plantear que el niño es un perverso polimorfo, es decir, que puede gozar con cualquier parte del cuerpo. Al principio dicho placer viene apuntalado, viene de la mano de la satisfacción de las necesidades básicas: el niño en un momento toma el pecho de la madre por hambre, pero luego, se prende por la satisfacción que le da el mamar, el chupar. Con la caca pasa algo similar: en un principio el hacer caca le permitía el aliviar las heces de los intestinos, pero luego el niño obtiene placer en el retener, en el expulsar, en el jugar con las heces. Ahí queda desprendido de la necesidad.

Y cuando decimos perverso tenemos que hacer un trabajo similar al que planteamos con el del concepto de sexualidad. Cuando hablamos de perversión no estamos hablando de aberraciones sexuales, sino que pensamos lo perverso como todo aquello que se aleja de lo sexual con fines reproductivos. En el caso del niño no existen las barreras morales que tiene acontecen en el adulto y por ello, es capaz de gozar libremente con cualquier parte de su cuerpo, sin preguntarse si lo que hace está bien o no.

En el adulto, no decimos que estos rasgos perversos hayan desaparecido, sino que actúan de otra manera. Se puede dar el caso que alguien sólo goce con los preliminares como el besar, el mordiendo o el chupar y no llegue al coito. O una persona que siempre lo hace de la misma manera, con la luz apagada, en la postura del misionero y sólo un día a la semana. También son perversos porque sólo pueden gozar de esa forma y no de otra.

Es por ello que aquí también se pone en juego lo que se llama sexualidad normal ¿qué es lo normal? No existe, porque para cado el encuentro sexual es completamente diferente a otro, no hay una norma preestablecida.

Desde el psicoanálisis sabemos que el ser humano no resigna de buena gana lo que alguna vez le dio placer, es decir, que ese placer que le daba el chupar la teta, el chupete o el dedo de niñx, en el adulto lo encontramos de una manera distinta: en el fumar, en el morderse las uñas, en el hablar, en el beber, es eso que, también, produce una excitación sexual, pero entendiendo lo sexual en el sentido que les planteamos completamente desligada de los genitales. Porque el cuerpo es potencialmente productor de placer. Es lo que llamamos zonas erógenas. Se ve claro en las relaciones sexuales: hay gente que le gusta que le besen el cuello, o le susurren palabras guarras al oído, o le toquen el pie o el ombligo. Cada uno en función de su recorrido sentirá más excitación en una zona que en otra. 

Resumiendo, en el hombre no existen instintos, sino que la pulsión es lo que lo compele al goce sexual y esto quiere decir, que no existe un ritmo, una pauta en el comportamiento, que puede gozar con cualquier cosa además de gozar sexualmente con otra persona, puede gozar con una parte del cuerpo, y alejamos a la sexualidad de los genitales, no diciendo que estos no importan, sino que no es la única manera que tiene para gozar. 

Lo curioso del planteamiento del psicoanálisis. No es solo esto, sino que amplía las actividades que pueden llegar a general placer. Hay otras fuentes de excitación que no siempre se consideran. Por ejemplo: los movimientos fuertes producen en el niño intenso placer. Esto de levantarlo y bajarlo rápidamente, esto produce cierta tensión en el cuerpo que le produce placer y le produce excitación, o cuando los adolescentes se pelean cuerpo a cuerpo, también genera cierta tensión en el cuerpo. O con las películas de miedo, pasa algo similar, genera tensión, cierto temor que tiene que ver también con una tensión sexual. El trabajo intelectual, también, genera intenso placer.

La sexualidad está tramada, también, con el lenguaje: no es algo visible, palpable, esta descolocada, tramada en palabras. Y aquí distinguimos sexualidad de sexo, en el sentido de que el sexo lo podemos ensayar, practicar, calcular y en cambio la sexualidad, aparece recluida, enlazadas con cuestiones imperceptibles.

La adolescencia, una etapa decisiva

«Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros»

Sócrates

La metaformosis de la adolescencia

La adolescencia es una categoría que va cambiando con la época y la cultura. Es una etapa de la vida que viene señalada por una serie cambios físicos y psíquicos, acompañada de duelos necesarios como el dejar atrás al niño o niña que se era, los juguetes, la dependencia emocional con los padres. Comienzan a ganar terreno el pertenecer al grupo de amigos, iguales a uno, que acompañan la separación afectiva de los padres. Ya no se les pide opinión a los padres, sino a los amig@s.

Desde el psicoanálisis pensamos al adolescente no desde el punto de vista estadístico, no fijamos una franja de edad determinada ni sólo los cambios en el organismo, franja de edad que cada vez se agranda más. Desde la sociología nos dicen que la adolescencia llega hasta los 30 años, que existen adolescencias prolongadas en el tiempo, etc. Desde la perspectiva psicoanalítica decimos que nos encontramos en la consulta con adolescentes de 40 años y niños de 50, como hay jóvenes de 15 años que asumen responsabilidades de adultos a pesar de su corta edad. Es decir, que la adolescencia tiene que ver más con un momento lógico de la vida que cronológico. Como psicoanalistas nos importa qué es lo que hace cada persona con su modo de vivir, si se responsabiliza o no tenga la edad que sea. 

Somos un centro de psicología en el que atendemos la especificidad de la terapia con adolescentes en Barcelona ofrecemos un espacio terapéutico para acompañar a padres e hijos en este proceso en donde lo viejo se pone a prueba, y donde algo persiste. Pero también es preciso algo nuevo. El adolescente busca tanto semblantes nuevos como poner a prueba los viejos. Si en este proceso se producen conflictos, podemos ayudarlos en esta elaboración. La adolescencia es un momento crucial donde se deciden un montón de cosas. Es por ello, que planteamos cada terapia de manera personalizada porque para cada adolescente este proceso es diferente, planteamos un modo de intervención adecuado.

Psicoterapia para adolescentes

En la consulta de Anabel López, psicoanalista en Barcelona te ofrecemos la posibilidad de que dispongas de un espacio y un tiempo para que puedas tratar tus expectativas, analizar tus conflictos y generar posibles soluciones para hacerles frente. Tal vez llegas a la consulta de la mano de tus padres, o de un tirón de orejas, es por ello, que es interesante que sepas como adolescente que la terapia se rige por el más estricto secreto profesional, los temas que se tratan en la consulta quedan bajo secreto y, salvo excepciones, se tiene que informar a los padres de algo de lo hablado-siempre con el consentimiento del implicado-. Igualmente, los padres están implicados en la terapia de su hij@, las entrevistas pueden ser mensuales o trimestrales y tratamos sus dificultades como padres, orientamos y/o derivamos si es necesario.

En la consulta os brindamos el apoyo de una psicóloga experta en adolescentes -con amplia experiencia y formación- que os ayudará a superar problemáticas que dificultan el crecimiento personal.

Son miles los dilemas a los que se encaran l@s adolescentes, el deseo por experimentar sensaciones nuevas y la fácil accesibilidad ya sea a sustancias, a juegos, a la tecnología, a las redes sociales o a experiencias sexuales, y la nula visión de los riesgos, pueden hacer que esta época de viva en los límites. En nuestra consulta de psicología encontrará el asesoramiento y acompañamiento de una experta psicóloga para jóvenes. La adolescencia inquieta a los padres, a los profesores y a los adultos. Para los padres se trata de un encuentro con el niñ@ que deja de ser, aquel que empieza a presentarse como un desconocido@. Extraño por momentos en su casa, extraño cuando se miran a sí mismos. Se tratan de momentos en que se transforma la manera de vincularse que existía.

Los adolescentes, se dice, se quieren diferenciar de sus padres, del mundo adulto. A veces puede ser cierto, otras no tanto. Es por esto que como padres es necesario estar atentos a fortalecer y cuidar la relación con nuestr@s hij@s adolescentes.  

Si consideran que podemos ayudarlos, reserve una entrevista con una psicoterapeuta experta en atención de adolescentes en Barcelona al 935808324.

¿Tristeza o depresión?

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En la consulta de psicología situada en el centro de Barcelona ofrecemos tratamiento psicoanalítico para la depresión.
La vida del ser humano está marcada e interrumpida por diversos cambios y pérdidas que, por un lado, inician un trabajo de duelo; Por otro lado, implican un crecimiento personal. Avanzamos y retrocedemos, abandonamos, perdemos, conquistamos personas, lugares y recuerdos. Estamos entramados en un sinfín de cambios que sellan cada paso que damos.
En todos esos cambios, que conforman el crecimiento de cada uno, algo se gana y algo se pierde. Asociamos la pérdida a la tristeza pero muchas veces en lo que se gana también existe algo de tristeza. La tristeza, como pasión que es, se presenta en la vida de todo sujeto por diversos motivos y tanto su duración como su intensidad variará según la situación, el momento y el por qué. Cada uno se las arregla con ella como puede.
¿Quién no ha sufrido la pérdida de una persona amada? O ¿Quién no ha pasado alguna vez por un proceso de duelo ante la pérdida de un amigo, un ideal o un trabajo? Ante estas situaciones y otras en las que está presente la pérdida, aparece una gran tristeza y desgana que puede llegar a paralizar al sujeto. La tristeza va ganando terreno, desbanca la alegría y va tiñendo de gris aquello que antes producía felicidad.
El saber popular nos “enseña” que el tiempo lo cura casi todo… pero ¿cómo y cuándo remite este estado de duelo? Todo duelo comienza con un trabajo psíquico que supone desvincularse de los recuerdos, las frases pronunciadas, las mil cosas que hacían que una persona amase aquello que ha perdido, ya sea al trabajo, la pareja… ¿Para qué? Se preguntarán. Para que este estado no se convierta en una melancolía, lo que hoy conocemos como depresión.
Un sujeto en pleno de proceso de duelo además de estar triste no le importa nada de lo que le rodea, tiene dificultades para amar y trabajar. Por ello es preciso que, a nivel psíquico, el sujeto pueda producir la sustitución del objeto perdido. Este proceso normal y saludable, no se da de un día para el otro, acontece poco a poco y su duración varía según cada uno.
A medida que una persona crece a nivel personal y profesional, ante cada cambio o pérdida se despide de la persona que fue. Pero no abandona solamente aquella persona joven que ingresa en la universidad, sino que también se despide de las cosas que la vinculan con los compañeros de la facultad, el vivir en casa de los padres, la relación con los profesores, las largas charlas en el bar, de cientos de cosas que configuraba su mundo de estudiante y ahora, pierde. Una persona se puede enfrentar a una serie de cosas nuevas, aún por conquistar. Justamente, son estas pérdidas las que deben ser sustituidas, no una cosa por otra igual o similar, sino sería un proceso de nunca acabar, (para no enterarse que acaba la carrera se apunta en otra, en otra y así, sucesivamente) sino sustituirlo por algo que le llegue a ocupar la misma energía o que ame de la misma manera.
Este proceso, aparentemente claro y sencillo, (aunque doloroso) se complejiza ya que en muchas ocasiones podemos saber qué ha perdido una persona, pero no qué es lo que ha perdido con esa pérdida. Puede ser el caso de una persona que lo despiden o lo jubilan en el trabajo, en el que lleva muchos años de su vida ,y al poco tiempo, tiene un nuevo trabajo o es el momento en que puede realizar esas cosas que soñó para su jubilación, y de todas formas se sume en una profunda tristeza. Quizás no perdió sólo un trabajo sino un proyecto de vida que lo satisfacía.
¿Qué le pasa al deprimido?
Podemos decir que queda atrapado en un proceso de duelo que no se terminó, queda enganchado a algo que no existe más que en su psiquismo. Este estado le produce un malestar tan intenso que lo inhibe para desarrollar cualquier actividad. En estos casos el trabajo psíquico de la terapia psicológica de la depresión  se dirige a a que la persona pueda finalizar este trabajo en el que está estancado y así, pueda abandonar aquello que perdió y que para él es de contenido inconsciente.
La tristeza es algo que está presente en la vida de todo sujeto por el mero hecho de saberse mortal, de saber que está de paso, por estar sometido a cambios continuos a lo largo de su vida, por la agresividad que recibe de los otros y que no se puede eliminar.
A su vez la tristeza acompaña el trabajo de duelo y está presente también en la depresión. En cada caso ocupará un lugar diferente y, como hemos visto, será de mayor o menor intensidad pero es una pasión con la el que el ser humano tiene que lidiar a lo largo de toda su vida, escuchándola pero sin creerla. Dado que no existe un eficaz tratamiento para la depresión que sea único, sino que cada persona necesitará el suyo. Y, para eso, primero será indispensable que cuente con la ayuda de un profesional con experiencia clínica. Como tampoco se cura una depresión por sí sola, requiere una terapia eficaz, el psicoanálisis puede ayudar a superar la depresión.
¿Dónde puedo realizar una primera consulta de psicología para la depresión en Barcelona?
La consulta de psicología está situada en el centro de Barcelona. Puede contactar conmigo para cualquier cuestión que pueda surgirle a través de mi número de teléfono 935808324 o vía email: info@psicoanalisisbcn.com. Si lo desea puede reservar una primera visita haciendo click aquí.
Un análisis de la situación individualizada de la persona y la valoración detallada efectuada por nuestra psicóloga especialista en depresión nos permitirán pactar un tiempo de trabajo terapéutico.
En Psicóloga y Psicoanalista en Barcelona estamos especializados en proporcionar terapia para la depresión. De una manera totalmente personalizada nos adaptamos a los tiempos subjetivos, tenemos en cuenta los recursos con lo que cuenta y lo acompañamos a que pueda construir las herramientas necesarias para que pueda superar la depresión.

Las adicciones ¿dónde está el límite?

La dependencia del ser humano está presente en las diversas relaciones que puede llegar a mantener: con la familia tan necesaria en los primeros años, con el trabajo indispensable para todo crecimiento y con su deseo puesto en cada una de las cosas que hace. En la diversidad de sus vínculos, el ser humano quiere conseguir la felicidad y mantenerla. En ese recorrido cada sujeto evita el dolor y busca intensificar los placeres sean del orden que sean. 

Un punto a destacar es que el sujeto por el mero hecho de ingresar en la cultura tiene que renunciar, de alguna manera, a muchas actividades que le generaban placer cuando era niño. Desde que aprende a compartir, a respetar a los demás, a que hay algunas cosas que no se pueden hacer y otras sí, a pararse en los semáforos en rojo, a saludar al vecino, aunque no lo soporte, etc… Estas renuncias o estas limitaciones le ocasionan malestar, pero sin ellas sería imposible vivir en sociedad. 

Para lidiar con el malestar el ser humano recurre a diferentes calmantes: las sustancias tóxicas o poderosas distracciones. Las sustancias tóxicas suponen un efecto inmediato, de alivio y de placer ya que actúan directamente sobre el cuerpo, los poderosos distractores como puede ser la televisión dejan al sujeto en suspenso y alejado de sus preocupaciones. 

El malestar es un estado subjetivo

Tanto las drogas como la televisión, el móvil, los videojuegos actúan modificando dicho estado de modo que son tremendamente efectivos. Por sí solos estos calmantes no generan adicción, sino todos los consumidores de drogas o espectadores de tv se convertirían en adictos, para que se transformen en adicción es preciso que esté en juego cierto grado de compulsión. Si buscamos en el diccionario la definición de compulsión, encontramos: inclinación, pasión vehemente y contumaz por algo o alguien. 

Entonces, podríamos decir que muchas cosas que rodean al ser humano son susceptibles de generar adicción, no sólo las drogas o el alcohol, sino también todo aquello a lo que un sujeto puede dedicarle gran parte de energía psíquica, con cierta persistencia y recurrencia, y que, a su vez, puedan funcionar como calmante del malestar que le aqueja. 

Desde psicólogos Barcelona pensamos que la cuestión radica en que si una persona, por ejemplo, se dedica a su trabajo con fuerte pasión y además, le entrega las horas que hagan falta, ¿eso quiere decir que es adicta al trabajo?; O Si se pasa todo el día trabajando para no volver a casa porque no aguanta los chillidos de la mujer; O si se tiene que tomar a diario, a la misma hora y el mismo bar la cerveza de la misma marca ¿es adicción? En primer lugar, puede llamarle la atención lo que está ocurriendo ahí: en el no soportar a la mujer o en tener que hacer el mismo ritual a diario. En segundo lugar, en toda adicción está presente cierta dependencia con el objeto, persona o sustancia.

Podríamos pensar la adicción al sexo como otro calmante. Lo que la diferencia de las drogas es que la «sustancia» que daña está en uno mismo.

En el momento en el que se abre la adicción al sexo, al trabajo a la televisión vemos que se amplía el espectro, ya no entran en juego sólo los factores corporales, sino también la dependencia psíquica que, por supuesto, también juega un papel crucial cuando hablamos de las adicciones a sustancias tóxicas.

Ahora, ¿dónde está el límite entre un consumidor y un adicto? ¿Cuál es la diferencia? Podríamos decir que ese límite lo marca el papel que juega la sustancia o la actividad en la vida del sujeto. Al tratar el tema de drogas, es recomendable, dejar de lado los componentes morales que nos hacen posicionarnos como si se tratase de cosas buenas o malas para el sujeto y no “vemos” ¿qué lugar ocupa eso en su vida? o ¿por qué acude a ellas?

Un sujeto atrapado por cualquier tipo de adicción tiene dificultades para abandonarla porque le proporciona una cierta completud, “siente” que eso es lo que le falta para hacer determinadas cosas que de otra manera no se atreve o “siente” que con eso es realmente feliz o que su vida tiene sentido, sin preguntarse en absoluto el para qué hace lo que hace…y se ve con serias dificultades para abandonar aquello que le genera un goce absoluto. Si lo pensamos una droga de por sí, no soluciona nada, sino que influye directamente sobre el cuerpo y cada persona le da un sentido distinto: puede permitirle hacer eso que no se atreve…ahí hay un problema.

Es por ello que la mayoría de los tratamientos apuntan no tanto a la supresión de lo que genera adicción, sino a la sustitución del goce que produce por otro goce, el de la palabra que lo ata más a establecer otro tipo de vínculo, lo liga con la vida. 

Hay que aclarar que una persona que está enganchada, ya sea a una sustancia o a un objeto, por sí sólo no -siempre- es posible abandonarlo. Hay veces que el límite viene por algún tipo de susto en donde el sujeto toma conciencia de lo que le está pasando y lo llevan a consultar con un psicólogo experto en adicciones para dejar la adicción.

Trastornos con la alimentación desde el psicoanálisis

Anorexia y Bulimia

Son dos diagnósticos que se relacionan con trastornos en la alimentación. Los términos anorexia y bulimia hoy en día están cada vez más difundidos; se llama anoréxico a aquella persona que no come, que padece de una ausencia de apetito y bulímico a aquella que después de darse un atracón de comida se provoca el vómito. Desde la perspectiva psicoanalítica proponemos que no se tratan de un mal aprendizaje de los hábitos de comer, ni que van juntas. Anorexia y bulimia manifiestan en las conductas alimenticias un conflicto psíquico inconsciente.

El diagnóstico en muchos casos es decisivo; Sin embargo, no hay que olvidar que un diagnostico no define a una persona. En Psicóloga Barcelona nosomos partidarios de orientar el tratamiento exclusivamente en función del diagnóstico, sino que lo basamos en la particularidad de cada persona.

¿Cuáles son los síntomas de la anorexia?

Esta se presenta preponderantemente en mujeres, comienza en la pubertad con un rechazo a la comida y un terror a engordar. Estos sujetos no comen para no engordar

Hay discordancias entre la mirada de los otros y como se sienten ellos. A pesar de la delgadez observable estos sujetos la niegan. Su imagen corporal aparece distorsionada entre su apariencia real del cuerpo y lo que dice de sí misma. Marcan una diferencia radical entre la mirada propia y ajena sobre su cuerpo.

Otra discordancia se escucha entre lo que dice de si mismo: “No me pasa nada”, “No me veo delgada”, y las imágenes y asociaciones que al ver su cuerpo provoca en su entorno social sean familiares o amigos. Éstos afirman que se parece a un cadáver o una muerta viviente. Se trata de un tránsito entre dos estados, de una muerte en vida o de una vida muerta. 

La contradicción entre lo que dice y muestra, conjuntamente con el ofrecimiento que hace de su cuerpo como un objeto para la mirada curiosa de los otros, permiten caracterizar a la anorexia como un síntoma para ser visto. Generalmente, se visten con ropas amplias y oscuras, que cubren su cuerpo, con una clara intención de velarlo, pero así pasa a ser llamativo y contribuye a resaltarlo. Son chicas inteligentes, curiosas e investigadoras de dietas, lectoras de tratados sobre la alimentación, conocen con precisión el valor calórico de los alimentos. 

Como rasgos peculiares se destacan: la obstinación y la tenacidad en su negatividad a comer conjuntamente con su voluntad feroz. Paradójicamente no se sienten enfermas, no reconocen su adelgazamiento y niegan el conflicto, se rehúsan a consultar a un profesional. Es por ello, que acudir a un psicólogo de Barcelona especializado en terapia para adultos le puede ayudar a encontrar la raíz de su malestar y afrontar la vida con menos sufrimiento.

La anorexia y la bulimia son síntomas que se estructura alrededor de la oralidad. Los primeros contactos del niño con la madre son a través de la boca, como vehículo de la alimentación, de placer y de las palabras que se intercambian. Es la madre la que asiste y cuida al bebé cada vez que llora, ya sea alimentándolo, arropándolo o lo que crea que lo calma. 

Tanto en la anorexia como en la bulimia es la boca la que se cierra o se abre al alimento. La misma boca con la que se habla, es decir, es con el mismo orificio por donde entran o se rehúsan alimentos y por donde se pronuncian determinadas frases o se callan determinadas palabras. Las palabras son vehículos de deseos y son las que dan estatuto al cuerpo. El recorrido por estas puntualizaciones permitirá responder a la diferencia básica existente entre: necesitar y desear, satisfacerse y gozar, comer y alimentarse, por placer, por amor o por obligación.

El hambre de decir o de desear decir, implica que haya otro escuchando, deseando oír, que no tapone la boca con respuestas inmediatas. Si la vida es reducida al terreno de las necesidades, si el niño llora e inmediatamente la madre le ‘enchufa’ algo, no le deja espacio para que desee. De esta manera son las necesidades la que caen en cuestión ¿por qué o para qué hay que comer?

La anorexia puede presentarse combinada con un síntoma bulímico o la dificultad de contener el hambre puede conducir a períodos bulímicos aislados. 

En numerosos casos se vislumbra un ideal de no sentir nunca el hambre. Otros casos muestran una diferencia entre la compulsión a comer o comer por hambre: “desearía sentir hambre o disfrutar de lo que como”. Incluso la aspiración al deseo de comer y engordar cuando se trata de sentirse animados por algún deseo. O comer sin hambre, pero no poder evitar una precipitación incontrolable al acto de comer, que responde a una necesidad de llenar la boca para irremediablemente vomitar y donde la expulsión se presenta como el mecanismo fundamental.

Es importante reiterar que el control sobre el peso, el pasar la vida sometidas a dietas adelgazantes se diferencian del terror a engordar que anima a la verdadera anorexia. En ésta, el deseo de sostenerse y mantenerse en la delgadez es central, y cuando ello es logrado no se sienten enfermas ni con motivo alguno para solicitar ayuda. El hecho de poder mantenerse en un peso límite y no sobrepasarlo estabiliza el síntoma. Su delgadez, a veces cadavérica, pasa a ser motivo de angustia y preocupación para quienes la rodean, pero no para ella misma. Es importante que pueda iniciar terapia psicoanalítica ya que hablar con un analista, acerca de lo que le angustia es muy diferente de hacerlo con un amigo o con un familiar. No se trata sólo de toda la experiencia y la formación académica con la que cuenta una psicóloga de Barcelona, sino por cómo escucha sin juzgar ni aconsejar, siempre bajo una estricta confidencialidad. Proponemos psicoterapia personalizada en Barcelona según cada persona.

La anoréxica no es que no coma comida, come nada. De esta manera la nada tiene una existencia en el plano simbólico. Nada remite a una ausencia, nada en el lugar de algo, de un objeto concreto, de una cosa. Come nada implica en primera instancia una negativa, no come, pero no comiendo come nada. Se niega a un objeto, a un alimento, pero come algo, nada, de esta manera se alimenta de una ausencia o intenta transformar el alimento en una ausencia.

¿Cómo se presenta la bulimia?

La vida de la persona bulímica, al igual que el anoréxico, se halla alterada por los desordenes alimenticios, entran en crisis y son capaces de hacer cualquier cosa (robar o vender objetos ajenos) para conseguir el dinero para darse el atracón. 

La bulimia se caracteriza por episodios de «hambre insaciable» (bulimia procede del griego: «hambre de buey»), por un deseo irrefrenable a comer. A pesar de existir intenciones conscientes, a pesar de la voluntad del sujeto que la padece de frenar este impulso, la compulsión voraz que caracteriza a la bulimia, se impone. No tardará en suceder otro episodio donde esta escena se repite de nuevo. Esta conducta compulsiva de comer, cuestiona radicalmente que la comida sea exclusivamente un objeto para satisfacer el hambre. El comer es un calmante de la angustia. En la bulimia no se trata de que la comida sea necesaria en el sentido nutritivo. 

El sentimiento de vacío lo intentan llenar con comida. Al tragar tanta comida intentan restituir el estado de completud que vivió de pequeño, cuando era un bebé y la madre lo colmaba. Buscan encontrase en ese momento en la que nada faltaba, en el que todo era perfecto. Lo que buscan se puede decir es un “más de madre”, eso que le falta para que estén “llenos” y no sientan el vacío. Pide a la madre que le dé más, aunque ella no puede, y es en ese pedido de dar lo que no se tiene que le demanda amor. Con el vómito lo que hace es llamar al Otro, invocarlo. Al no poder hablar, al no poder expresar con palabras aquello que quiere decir, va directamente al acto, vomita.

Entendemos que ‘ser bulímico o anoréxico’ es una forma de nominarse, de nombrarse. De responder a la pregunta de ¿quién soy? El ser bulímico o anoréxico le da un estatuto.

Los ataques de bulimia suelen aparecer en momentos de angustia. De pronto algo les sucede, algo se les cuestiona a dichas personas y “su manera” de enfrentarse con la angustia es comiendo. Pero esa acción de comer, o “devorar”, no les dan ninguna salida, la angustia sigue presente ni con la “comilona” desaparece. Más bien, el comer tapona la angustia con la comida. Una vez aplastadas por tanta comida, vendrá el sueño o el vómito. Aparecerán los reproches, la desvalorización y una tendencia a los estados depresivos. Esto pone fin momentáneamente a este circuito infernal, pues en las personas que padecen de bulimia es fácil que se instale el temor de no poder poner fin a su irrefrenable impulso a comer

Se puede presentar en todas las edades, si bien sus primeras relaciones con el alimento van a marcar esta tendencia insaciable a la comida. Esta manera de comer produce, además, un aislamiento de la vida social: comen a escondidas o alejadas de la mirada y los comentarios de la gente. Este alejamiento de lo social complica aún más las cosas, pues se construye un nuevo problema y, por lo tanto, una nueva oportunidad de saciarse comiendo. 

La preocupación por controlar el peso que a veces demuestra, la resuelve con ayunos, vómitos, laxantes, diuréticos, etc. Sin embargo, la preocupación por engordar no es la cuestión principal, sino que es la compulsión a comer. Hay un “imperativo” que obedecer, hay algo que no se puede dejar de hacer en la bulimia: hay que comer, pero luego hay que vomitar. Tratarse con un psicólogo de adultos en Barcelona puede ayudara encontrar verdaderamente la causa del malestar, separando la comida de la autodestrucción y hacer algo diferente con el sufrimiento que produce. 

Pero ¿Qué le impulsa a comer de esa manera? ¿Qué hay detrás de esa comida que todo lo recubre? Éstas son preguntas que surgen en el transcurso de los tratamientos. Cuando llegan a la consulta –la mayoría de las veces– es con un largo entrenamiento en tratamientos de todo tipo, pero férreamente sostienen uno, el propio, el que consideran el mejor para ellos: comer y vomitar, o su contrapartida: no comer.

En la negativa a comer hay una verdad en juego, una relación constante de lo vacío y lo lleno, donde incorporar para expulsar, mascar para escupir y comer para vomitar, se tornan vaivenes de la pérdida y reencuentro con esa pérdida. Al vomitar no buscan expulsar para no engordar, sino que incorporan y expulsan –una y otra vez-, dramatizando la pérdida y su reencuentro.  

Consultar a Psicólogos Barcelona no sólo es signo de estar mal. Permite que la persona pueda cambiar la situación y conseguir una vida más satisfactoria con uno mismo y mejorar sus relaciones personales y laborales. El alivio del malestar acostumbra a ser relativamente rápido y ya desde las primeras sesiones uno puede empezar a sentirse mejor.

Ética

 
 
 
La gran oferta de terapias psi para resolver diversas problemáticas van en crecimiento. Si nos consultas, podrás vivir en primera persona la manera singular en la que abordo y trato las problemáticas subjetivas. Este enfoque está sustentado en muchos años en formación psicoanalítica (freudiana y lacaniana)
Práctica que se apoya en una ética e implicación en la atención de personas que nos consultan por depresión, ansiedad, angustia, o por Terapia de pareja en Barcelona. Alguna de las valoraciones de los pacientes que acuden a Psicóloga Barcelona expresan la diferencia en cómo tratamos su malestar y los beneficios que obtienen.
 
Aspectos que destaco:
 
  • Ética profesional
Ayudo a que cada persona pueda desplegar aquello qué desea para su propia vida, eligiendo por sí misma y no por los deseos de otros (padres, pareja, hijos, amigos) Sabemos que hay veces que una persona, no siempre quiere lo que desea, ni desea siempre lo que realmente quiere.
 
  • Una escucha atenta
Trato el malestar desde sus causas para que la repetición no se perpetúe. El punto de partida es una escucha respetuosa a la persona que trae su sufrimiento, sin juzgar sin culpar. Posibilitando que trate aquello que le pueda preocupar y hasta aquellas cosas que avergüenzan. Es por ello, que el secreto profesional, también, dirige mi práctica en la atención psicológica.
 
  • Sin protocolos estandarizados
Dado que no existen dos personas iguales como tampoco la manera en la que viven malestar, síntomas ni cómo la resuelven. Tenemos en cuenta los recursos psíquicos de cada persona y en función de ello, se propone un proceso de terapéutico (frecuencia, duración, precio)
 
  • Formación continuada
Consideramos que el estudio es constante, así como el análisis personal y supervisión de la clínica.

 

¿Por qué elegir Anabel López, psicóloga?
·         Porque me avala un recorrido de más de 15 años de experiencia profesional.
·         Porque me apoyo en la ética, el respeto y el rigor profesional.
·         Porque acompaño a las personas a que hagan posible su cambio.
·         Porque mi práctica es, estrictamente, confidencial.

¿Cómo trabajo en la consulta de psicoanálisis Barcelona?

  • Escucho las palabras del que consulta, ¿qué siente? ¿qué le pasa? ¿por qué sufre? ¿qué lo angustia? Para llegar a la raíz (inconsciente) del malestar, para que una persona se conozca más y pueda profundizar en sus recursos.
  • Trabajo en red con otros profesionales de la salud mental.
  • En caso que sea necesario, se acompaña a los familiares más cercanos.
  • Sin listas de espera. Con servicio de urgencias subjetivas.
  • Acompañamiento personalizado.